En 1831, y de manera totalmente fortuita, se encontró un pequeño baúl de piedra en una duna de la Playa de Uig. En su interior había 93 piezas de ajedrez. Pero no se trata de cualquier juego de ajedrez: las piezas están talladas a partir de marfil de morsa y de diente de ballena y datan del siglo XII.
Estas figuritas recorrieron un largo camino hasta llegar a este lugar. Con toda probabilidad, se fabricaron en Trondheim (Noruega). En aquella época, la Isla de Lewis formaba parte del Reino de Noruega. Nunca sabremos por qué fueron enterradas aquí, pero sus rostros me fascinan.
Con unas efigies que se debaten entre el drama y la comedia, pude ver seis de esas figuritas en el Nan Eilean Museum de Stornoway. Las otras se encuentran en Edimburgo y en el Museo Británico de Londres. Esculpidas con gran maestría, son un cautivador testimonio de la Escocia medieval. Para rendirles homenaje, me compré una réplica del rey y tomé esta foto.