Cuando recorro la isla de Mull, siempre calculo por lo alto. Sobre el mapa, las distancias no parecen gran cosa, pero para cruzar Mull, no hay que ir con prisa.
Todas las carreteras son muy pintorescas. Para mí, en eso precisamente consiste el encanto de Mull. Esta carretera que bordea el Loch Na Keal es una de mis preferidas. Aquí, entre los acantilados y las aguas del loch me siento diminuto.
Si otro coche viniera de frente, siempre podría hacerme a un lado, en uno de los huecos acondicionados en el arcén. Pero hay que circular despacio, para verlo llegar. Por suerte, no hay mucho tráfico por esta carretera.