El agua pura de Escocia es uno de los secretos del whisky escocés.
Interviene en todas las etapas de la elaboración de esta bebida típica del terruño escocés.
El agua se utiliza para hacer germinar la cebada durante el proceso de malteado. También se añade a la molienda de la malta durante el proceso de maceración.
Constituye también un elemento clave del proceso de destilación y sirve para endulzar el néctar dorado en el momento de su embotellamiento.
Por tanto, la calidad del whisky depende en gran parte del carácter único de este agua. Históricamente, la proximidad de un curso de agua de gran pureza era uno de los principales criterios a tener en cuenta en el momento de elegir la ubicación de una destilería.
La diversidad del agua escocesa es la viva imagen de sus paisajes atormentados. Lagos insondables, ríos salvajes o fuentes cristalinas proporcionan aguas naturales cargadas de minerales, de sabor turbado o de notas saladas.
Estos aromas naturales se potencian luego en barricas gracias al proceso de añejamiento.